Por Mauricio Chávez Gómez.
Para Mauricio Chávez[1] “El Ecuador requiere un Estado eficiente que brinde confianza al empresariado para promover un verdadero crecimiento económico; no el de los altos precios del petróleo desde el Gobierno, sino el generado desde el sector privado.”
Se acaban de publicar los resultados trimestrales de la encuesta nacional de empleo y desempleo: en el año 2007 el 42% de la Población Económicamente Activa (PEA) tenía empleo pleno; hoy solo 38%. Entre 2007 y 2015 ingresaron 1.7 millones de personas a la PEA; sin embargo, a la categoría de empleo pleno solo llegaron un poco menos de 400.000. Es decir, 9 años de la misma gestión económica no han ayudado a incrementar la proporción de ecuatorianos en pleno empleo.
Consideremos el tema tributario. ¿Se puede esperar un resultado diferente con el actual sistema impositivo? Los impuestos asfixian al sector privado, la eliminación de las salvaguardias debe ser inmediata (aunque será eventual), y la reducción del IVA y la eliminación del anticipo al impuesto a la renta no pueden esperar más.
En cuanto a las salvaguardias, el Gobierno destaca una balanza comercial positiva gracias a su implementación. Sí, un resultado positivo si hablamos de contabilidad, pero a qué costo: las importaciones de bienes de capital y de materias primas (que se usan para la producción) se han reducido aproximadamente un tercio en relación al 2013. Y aunque sostenían que las salvaguardias no iban a afectar esos rubros, eso era inviable. Era imposible poner salvaguardias casi generalizadas y esperar que solo se afecte la importación de bienes de consumo que apenas representa entre 20% y 25% del total. Las salvaguardias no solo han afectado la importación de bienes necesarios para ser productivos -forzando a las empresas a hacer ajustes-, sino también al comercio: miles de millones que se dejaron de importar son miles de millones en negocios que ya no se hicieron en el país. Y esto es menos empleo (y más desempleo).
Por el lado de la disminución del IVA y la eliminación del anticipo del impuesto a la renta se requiere que el Estado deje de pasarle al ciudadano la factura de su escasez de dinero. Una disminución de 2 puntos en el IVA (del 12% al 10% suponiendo la verdadera transitoriedad de la medida de 14%) significaría una reducción en los ingresos fiscales de alrededor de $800 millones, eliminar las salvaguardias otros $800 millones menos. Eso sería una gran alarma en un Gobierno de gasto desmesurado, pero es dejar de quitarle el dinero a los hogares. Lo ideal sería que esos $1,600 millones se queden en los bolsillos del ciudadano porque ¿quiénes son los que están pagando las salvaguardias y el incremento al IVA? Todos los hogares y empresas, hasta cuando adquieren un caramelo.
En política comercial, poner como puntal una ideología, en un manejo que debería ser mas bien objetivo, nos ha privado de tener acuerdos de los que nuestros competidores directos en muchos productos ya se benefician. Estando Ecuador más cerca y comerciando más con los Estados Unidos que con la Unión Europea, el Gobierno no solo que renunció a tener un acuerdo comercial con los Estados Unidos sino también a las preferencias arancelarias de las que gozaba nuestro sector exportador (como si el beneficio era para el Gobierno). Hay que pensar en el desarrollo productivo del país. Solo por dar un ejemplo, el mercado de flores en EEUU mueve más de $10,000 millones al año, eso es más del 10% de nuestro PIB. ¿Se ha hecho lo suficiente para ganar esos mercados?
Necesitamos ser en general más eficientes, dejar de cargarle al sector privado los errores del Estado; permitir importaciones con preferencias para maquinarias y materias primas. Incentivar las inversiones brindando facilidades, no decidiendo cuáles son los sectores ganadores y perdedores de la economía. ¿Cuántos de los sectores del cambio de la matriz productiva han despegado? Nadie tiene una bola de cristal para saber qué sector será el que despunte. La tarea de los gobiernos es brindar todas las condiciones necesarias para el desarrollo, no trabarlas.
En vialidad se ha progresado innegablemente, pero se puede aún hacer más promoviendo la inversión privada. Hay que conectar las ciudades de forma más eficiente. Por ejemplo, entre Santo Domingo (lugar estratégico en la logística de la producción nacional) y Quito no existen más de 80 kilómetros en línea recta. Menos de la mitad de distancia entre Guayaquil y Salinas. Hay que pensar a futuro, soluciones de ingeniería moderna que promuevan la interconexión y reduzcan los costos para todos: llegar a Quito en auto en menos de 4 horas no debería ser imposible. Chile y Argentina acaban de anunciar estudios para hacer un túnel en la Cordillera de Los Andes para ganar interconexión. Ese es el pensamiento y la forma de actuar que nos hará competitivos.
Falta mucho por hacer en otros temas también. Hay que aliviar la pobreza de forma estructurada, dejar de atenderla de forma clientelar, sino supliendo necesidades básicas insatisfechas para iniciar. En conjunto con los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) hay que asegurar condiciones mínimas de salubridad como el alcantarillado, el agua potable y vivienda en general. Esto, sumado a medidas de facilidades para la inversión y el emprendimiento podrán mejorar el panorama.
Y sin duda hay muchos otros frentes en los que actuar, de los más importantes el sector agrícola (es hora de una verdadera tecnificación y eficiencia), la seguridad social (el dinero le pertenece a los aportantes, no al Estado), la administración pública (priorización de funciones, funcionarios y presupuestos), y muchos más en los cuales no debemos ya aceptar perder 10 años más.
[1] Mauricio Chávez es máster en Economía por la Universidad de Amsterdam.
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