Se acaba el año y lo importante ahora es ver hacia adelante. De acuerdo a la convención popular, en 2020 empieza una nueva década. Vale la pena repasar los principales pronósticos macroeconómicos para el próximo año.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica un crecimiento mínimo promedio del 1.8% durante los primeros años de la década hasta el 2023. Insuficiente tomando en cuenta el crecimiento poblacional. Crecerán los comensales, pero no la torta. Nos estancamos. Pero al menos mejor que la contracción de 0.5% prevista para este año, en principio.
Sin embargo, ese escenario podría no ser tan realista. Las perspectivas de estos organismos se basan en muchos supuestos muy optimistas. Por eso vale la pena observar otros indicadores económicos más certeros que los supuestos, pues ya se observan signos de deterioro y poca expectativa de recuperación.
La facturación nacional, que es un indicador más ácido del nivel de actividad económica, registró una contracción anual de 0.3% durante los primeros 9 meses del año. Nuestros pronósticos indican que el año cerraría con un decrecimiento total de -0.4% en las ventas totales en relación al 2018. Dada esta tendencia que viene desde el 2017, nuestro escenario más ácido para el 2020 es un declive de hasta 7% en las ventas. Un escenario similar al del 2016.
Cabe indicar que estas cifras son promedios, pues cada sector tiene su propia dinámica. El comercio, por ejemplo, cerraría el año con un crecimiento de 0.1% y pronosticamos una contracción del 1.1% para el 2020. Otros sectores como la construcción y las actividades profesionales seguirán enfrentando severas contracciones a lo largo del 2020.
Este año los precios se han mantenido estancados. Es decir, la inflación ha sido cercana a 0%. Tanto el Banco Central del Ecuador, como distintos organismos internacionales esperan que la inflación se mantenga por debajo del 2% en el 2020. Muy alta. La inflación seguirá baja y alrededor del 1%.
A pesar de todo, recordemos que el 2020 es un año electoral, una coyuntura que suele impulsar un poco el gasto. De hecho, es factible que el Gobierno haga esfuerzos por aumentar, o al menos sostener, el gasto en inversión pública y transferencias a los grupos más vulnerables. Lo preocupante de este comportamiento es que necesariamente tendría que ser financiado con deuda.
Pero lo más importante, no observo amenazas para la dolarización en el corto plazo. Como he sostenido antes, mantener la dolarización o no es una decisión netamente política. Lo que sí vale la pena destacar es el cambio de tendencia en el valor del dólar. Durante gran parte del 2018 el dólar se apreció. Ahora las expectativas giran en torno a una depreciación. Si el dólar baja las exportaciones se vuelven más competitivas y se encarecen las importaciones.
Conclusión: Ecuador empezará una nueva década con un año duro. La mejor previsión es no considerar un aumento en las ventas y negocios. Hay que eliminar los riesgos innecesarios y ser cautos en las inversiones. Si lo vemos con el enfoque de Michael Porter, 2020 pinta como un año de amenazas (externas) más que de debilidades (internas).
Será un año de resistencia, no de excelencia.
Publicado originalmente en Primicias.
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